Feria de la Vanguardia
Alumnos de Cuarto Medio con el apoyo de Profesores de Lenguaje y el Programa PACE UMCE llevan a cabo la Feria de la Vanguardia haciendo presentación de sus stand con la diferentes vanguardias creadas por ellos mismos.
La instancia artística “vanguardista” logró una importante convocatoria que permitió a los alumnos expresar concepciones propias y colectivas de diferentes tópicos de la contingencia mediante la exposición artística.
¿Qué es una vanguardia?
Las Vanguardias son una serie de movimientos artísticos que se producen en Europa e Hispanoamérica desde comienzos del siglo XX y que alcanzaron su esplendor a partir de la Primera Guerra Mundial (1914).
En el Arte
Una de las notas características del arte llamado contemporáneo es lo que podríamos llamar exceso de significado. La pauta que revela este exceso es una especie de distorsión: la desproporción entre lo que las obras dicen o expresan en realidad y la abundancia de doctrinas y teorías que sirven para justificar lo que, en apariencia, estas obras comunican o hacen. En esa extraña composición que forman los significados expresados y las interpretaciones doctrinarias (por ejemplo, el cubismo y la idea de la representación implicada en el cubismo como estilo pictórico) tiene un papel fundamental la autoconsciencia que el llamado arte contemporáneo tiene de sí mismo. El hecho de que una obra cubista sea, al mismo tiempo, cubista por la forma de su representación y, además, se sepa o se proclame cubista.
Ahora bien, para que una obra pueda ser autoconsciente de su condición en el marco de la tradición y, por lo tanto, para que se reconozca diferente de sus antecesoras hemos de admitir que ha nacido en un marco histórico-cultural en el que rige la consciencia cierta de que hay un progreso en el arte. Si, por lo demás, atribuimos al cubismo una función de “vanguardia”, no hay más remedio que aceptar que esta noción es un subproducto de la idea del arte como historia. Que, dado el caso, para el cubista, el arte es una entidad o una práctica que se desarrolla progresivamente en el tiempo.
El vanguardismo sería imposible como autoconsciencia del arte si no estuviera vigente el resultado del prejuicio de que hay progreso en el arte; y, por otra parte, deja ver que nuestro “arte contemporáneo” es un arte que se sabe progresivo. El mismo fenómeno se observa en otros ámbitos de la cultura, incluso en la política, donde el progresismo adquiere los visos de una metaideología. El progresista político, como el vanguardista en arte, se reconoce tal incluso cuando cambia de ideología.
Ahora bien, el vanguardismo es inconcebible fuera de una intención crítica y renovadora respecto de la tradición anterior. La vanguardia no es únicamente lo que llega antes que su movimiento de referencia. No es solo lo que anticipa o promueve un movimiento artístico, sino además una rebelión contra el estilo o la forma del arte dominante y, en este sentido, es por así decirlo autoconscientemente progresista, pese a que con el paso de los años y por efecto del peso institucional del llamado “mundo del arte”, su programa revolucionario se desvirtúa y se domestica y las obras de los vanguardistas acaban ocupando en los museos el mismo espacio que las obras que se proponían descalificar.
Sin embargo, esta “dialéctica” banalizada tiene un saldo positivo para nuestro saber pues enseña que la crítica de la idea de progreso solo es posible cuando la idea misma está ya instalada en la consciencia crítica de modo tal que forma parte de la vivencia del tiempo histórico. Se da la paradoja de que, quien critica la idea de progreso en la historia, ha de creer firmemente en ella, del mismo modo que no hay vanguardista que no asuma su propio lugar “de vanguardia” respecto de la tradición.
GALERÍA DE FOTOS: FERIA DE LA VANGUARDIA